Del maestro, el practicante y el yoga

La sílaba gu es oscuridad, y la sílaba ru se dice que es luz. Sin duda el Guru es, ciertamente, el conocimiento que consume (la oscuridad) de la ignorancia. 
Verso 23 de la Guru Guita
Hace 18 años recibí mi primera enseñanza de yoga. Vino de una maestra increíble cuyo estado era perfecto. Alrededor suyo todo era una quietud indescriptible. No hubo mucha instrucción. Sólo nos sentamos en siddhasana (la postura perfecta) con las manos sobre las rodillas. Cerramos los ojos y comenzamos a repetir Om Namah Shivaya para después quedarnos en silencio y meditar. Sin querer, entré en ese mismo estado de paz, quietud y balance. 
    A la distancia, sigo eternamente agradecido por ese encuentro que ha definido muchas de las decisiones importantes de mi vida. Es común escuchar que “el maestro llega cuando el discípulo está listo”. No puedo asegurar si en ese momento yo lo estaba pero si recuerdo con claridad que tenía un anhelo profundo por encontrar respuestas. Y todo a mi alrededor parecía estar conjugado para que así sucediera. 
  Hoy, años más tarde, sigo practicando yoga. Contemplo con gratitud el que se haya generado las condiciones para encontrarme en el camino correcto en el momento adecuado. Y es que pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre la gran bendición de encontrarnos con buenos maestros en el camino. Por esta razón, he estado contemplando con atención el vínculo que existe entre maestro y practicante. Honro esta relación y si hay una intención o sankalpa en mi vida es tener la buena fortuna de acompañarme siempre con buenos guías en el camino. 
  La relación que establecemos con esos seres que se cruzan en nuestra vida ha sido siempre de gran contemplación a lo largo de la historia. La mayoría de las tradiciones honran este vínculo que ha servido para que la sabiduría y el conocimiento se prolonguen a través del tiempo. El Yoga Vasistha afirma que “las bendiciones que recibimos de la compañía de hombres santos son incomparables (VI.2:47)”. 
   Desde Krishna y Arjuna en la Bhagavad Guita; Jesús y los apóstoles; Pattabhi Jois y B.K.S. Iyengar con Krishnamacharya; la relación Guru-discípulo ha permitido que las grandes enseñanzas se mantengan vivas y se enriquezcan. Y es que, en verdad, la manera de aprender yoga es directamente de un maestro. Si bien es cierto que ahora contamos con un mayor acercamiento a esta sabiduría milenaria a través de congresos, libros, documentales, videos e información en la red –que se convierten en excelentes herramientas para profundizar en nuestro entendimiento –, el practicante sólo podrá acceder al conocimiento del yoga viviéndolo. ¡Qué no te digan, qué no te cuenten, ve y yoguea! 
    Por eso es un gran tesoro encontrarte con un maestro que te ayude a tener la experiencia del yoga de una manera segura, gozosa y sin lesiones. Esta relación es tan sagrada que incluso Gurupúrnima, una de las festividades más significativas de la India, está dedicada al Guru o maestro espiritual. 

Hoy honro y dedico mis acciones en agradecimiento a los maestros que me han guiado en esta maravillosa experiencia que llamamos vida.

Om saha navavatu
Saha nau bhunaktu
Saha viryam karavavahai
Tejasvi navadhitam astu
Ma vidvishavahai
Om shanti shanti shanti

Om. Que nosotros, Guru y discípulo, seamos protegidos juntos.
Que juntos disfrutemos los frutos de nuestras acciones.
Que juntos alcancemos fortaleza.
Que nuestro conocimiento esté lleno de luz.
Que nunca haya enemistad entre nosotros.
Om. Paz. Paz. Paz.

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